7 propuestas para que los niños aprendan a agradecer y a dar*

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-Alce la mano quien le escribió una cartita a los Reyes Magos para pedirles regalos, pidió la maestra de un kinder.
 
Todos los niños levantaron la mano.
 
-Ahora alce la mano quien les escribió para preguntarles qué querían ellos de regalo.
Los niños se rieron, creyeron que era broma; algunos se quedaron desconcertados, pensativos. Ninguno alzó la mano.
 
-Y por último, alce la mano quien les escribió para darles las gracias por lo que le trajeron.
 
Tampoco hubo alguien que levantara la mano. Y por las expresiones de algunas caritas, se notaba que esta vez a algunos niños les dio pena no haber sido agradecidos.
 
Resulta evidente que otra de las malas consecuencias de que hayamos convertido el día de Navidad y el de los ‘Santos Reyes’ en ocasiones para recibir regalos, es que hemos acostumbrado a los niños a pedir, pedir y pedir y no agradecer ni a dar.
 
Demasiados chamaquitos que les escriben a los Santos Reyes, se dedican a enumerar lo que quieren que les obsequien. Y no sólo expresan lo que desean, sino que alardean que se portaron muy bien, que merecen que les traigan tal y cual cosa, que si el año pasado se la quedaron a deber...
 
Y a partir de ese momento, su única ilusión es esperar lo que recibirán.
 
Llega entonces el día tan anhelado, pero si recibieron lo esperado, no se les ocurre agradecerlo; y menos si no les trajeron exactamente lo que pidieron. Quedan muy decepcionados, suelen hacer berrinche, y no se les ocurre pensar que les fue mejor que a millones de niños cuyo zapatito quedó vacío porque no recibieron nada de nada.
 
Sucede algo parecido con los regalos que les envían abuelos, tíos o amigos, no se les ocurre llamarles para agradecérselos.
 
Estamos criando una generación de personitas centradas en sí mismas, con baja tolerancia a la frustración y enfocadas en obtener, en acumular, en conseguir, en beneficiarse sin esforzarse, en recibir sin considerar retribuir.
 
Pero como católicos no podemos ignorar que Jesús dijo que “Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hch 20, 35).
 
No podemos privar a nuestros niños de esa enriquecedora experiencia, que no les dará solamente una momentánea felicidad, sino acrecentará su sensibilidad hacia las necesidades de los demás, estimulará su generosidad, contribuirá a que no vivan centrados sólo en sí mismos, sino puedan desarrollar la empatía y la solidaridad.
 
¿Qué podemos hacer para que nuestros niños aprendan a agradecer y a dar?
He aquí siete sencillas propuestas.
 
1. Sugerirles que en la carta que escriban a los Reyes Magos, les pregunten qué pueden hacer por ellos, que vienen de un viaje tan largo y seguramente llegarán sedientos, cansados y hambrientos.
 
2. Enseñarles a pedir algo para ellos y algo para alguien que no tiene nada.
 
3. Acostumbrarlos a pedir sólo una cosa, no tres o diez o veinte. Una cosa, que deben aprovechar bien y con la que habrán de jugar una buena temporada.
 
4. Animarlos a escribirles a los Reyes Magos para agradecerles lo que les trajeron.
 
5. Animarlos a que llamen o manden mensajes de agradecimiento a los parientes o amigos que les dieron regalos, para darles las gracias.
 
6. Pedirles que de todo lo que recibieron elijan algo bueno y nuevo que donarán a un niño de escasos recursos económicos.
 
7. Darles material y la ayuda necesaria para que ellos mismos preparen algo para regalar. Pueden ser dibujos, tarjetas que vayan pintando y recortando con anticipación, adornitos fabricados en casa, galletas que ayuden a hacer y a decorar, etc. Se trata de que le inviertan tiempo y esfuerzo. Y que no sólo den estos regalos a familiares y amistades, sino a alguien que esté solo, o enfermo, tal vez en un asilo u hospital.
 
Que tengan la ilusión de hacer algo por otros, que comprueben que es verdad que hay más felicidad en dar, y sientan la satisfacción de saber que además de alegrar a alguien más, alegraron al Niño Jesús, pues supieron festejar Su Nacimiento como a Él le gusta, haciendo algo por los demás.
 
 
(*Del nuevo libro de Alejandra Ma Sosa E “Dios a nuestro lado”, col. Reflexión dominical, Ediciones 72, México, p. 26).

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