Contracorriente

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La violencia en nuestros días es cada vez es más frecuente, la intolerancia y el odio van en aumento, las imágenes perturbadoras nos muestran una parte de la realidad mundial que, para ser sincero, desmotivan. ¿Cómo hacemos para mantenernos en la esperanza? ¿Qué debemos hacer para no desesperar?

Estoy convencido que surgirán a raudales respuestas que intentarán ofrecer técnicas y posturas que favorecen la paz y la comprensión ante lo que estamos viviendo. Personalmente estoy convencido que hoy más que nunca debemos ir contracorriente, es momento de hacer la diferencia en todos lados, tanto en el hogar, en el trabajo, en la sociedad. Debemos ser factor de cambio desde nosotros mismos y para ser más preciso reflexionaré acerca de esas pequeñas acciones que nada tienen que ver con el talento, más bien, estas nos permitirán hacer la diferencia y entonces podremos construir una sociedad diferente y justa, muy lejos de la violencia.

La importancia de ser puntual, dejemos de lado cualquier justificación, marchas o bloqueos, ser puntual nos crea conciencia de respeto. Tengamos ética laboral, hay cosas que no se deben hacer aunque todos lo hagan y olvidemos la pobre postura de que “quien no transa, no avanza”. Se trata de dar lo mejor de nosotros y esforzarnos, realizar lo que nos corresponde con ánimo y esmero, no sólo en el trabajo, es en todos los aspectos de nuestra vida. Regularmente no tenemos buena actitud con nada ni nadie, esto elimina nuestra energía y nos lleva a pensamientos negativos, donde todo mundo tiene la culpa menos yo.

La responsabilidad es vital para cambiar nuestro entorno; si he cometido una falta o equivocación, nadie debe indicarme el fallo, más bien, debo tomar la iniciativa, corregir en el momento y a tiempo, con ánimo de reparar el error. Es muy triste que se aproveche el anonimato para evitar enfrentar cualquier daño. Querer aprender y aceptar que no todo lo sabemos, querer conocer muestra nuestras ganas de hacer sociedad, de convivir y sobre todo de avanzar a una mejora común. Ser contracorriente es aspirar a la diferencia, no significa llevar la contraria, no es cambiar por el simple hecho de ser distinto, es cambiar de forma que enaltezcas los valores humanos.

El resultado de lo que estamos viviendo en nuestra sociedad es precisamente lo contrario a lo que expongo, veámoslo rápidamente: las personas llegan tarde, cualquier pretexto les queda de maravilla, el respeto por el tiempo de los demás no existe. Las empresas tienen un solo objetivo ganar dinero, ese es el fin y algunas lo hacen realizando lo que sea, muchas veces sin medir el daño ni el riesgo. Muchas personas de forma irresponsable cometen acciones por una enorme falta de compromiso, omitiendo lo que requiere su mejor esfuerzo, en general es más sencillo destruir que construir.

Desafortunadamente estamos viviendo una cultura individualista, mientras sean cubiertos los gustos, deseos y necesidades de una sola persona, nada importan los demás, ni su dolor, ni su sufrimiento. Ser contracorriente implica un pequeño cambio de actitud y pensamiento. No se requieren enormes transformaciones, es tan sólo un poco, muy poco lo que requerimos como individuos para integrarnos en una sociedad en paz y por supuesto más justa.

“Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de todo consuelo. Él es el que nos conforta en todos nuestros sufrimientos, para que, gracias al consuelo que recibimos de Dios, podamos nosotros confortar a todos los que sufren”.   2 Corintios 3,4
 

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