
Hago una reseña culinaria de mi viaje a Culiacán, Sinaloa, porque la comida en ese lugares es de lo mejor que he degustado.
Antes de comenzar el retiro fuimos a desayunar a un lugar tan campirano y natural Tunakú, donde los gallos y gallinas literalmente se pasean entre las mesas, el ambiente es de lo mejor y como lo he mencionado más natural no puede ser, caballos, río y vegetación por todos lados ¡Qué ganas de estar en familia y olvidarnos del reloj! Pero las actividades y la agenda me impidieron disfrutar más tiempo ahí y literalmente tuvimos que desayunar en 15 minutos, café de olla, huevos, frijoles y tortillas hechas a mano, simplemente delicioso.
Al final del retiro tuve la oportunidad de saludar a algunos asistentes, aún recuerdo la cara de sorpresa cuando le dije: -Gracias por venir Esmeralda. Se quedó de una sola pieza y con admiración me dijo: -¡¿Cómo sabes mi nombre!?
Unos minutos después se acercó nuevamente y con el rostro como de quien ha descifrado un gran misterio dijo mostrándome su gafete: -Lo leíste aquí.
Ambos nos reímos ante la obviedad de la situación.
La comida fue al final del retiro y ésta consistió en deliciosas tostadas, a las que hay que agregarles un caldo típico que vuelve irresistible a lo que le pongas, por cierto, estoy recordando los insuperables tacos dorados que prepara Doña Lupita, seguro que es el amor y el sazón lo que los vuelve únicos, en esta ocasión no tuve oportunidad de comerlos, pero siempre guardo la esperanza.
Agradezco a también a Judith por las deliciosas tortillas de harina, las cuales me consta las prepara con todo el amor que hay en ella, le quedaron deliciosas y sin lugar a dudas son de las más exquisitas que he comido.
Terminé mi viaje con una cena deliciosa y con la grata compañía de las guapas Carmen y Alma quienes con su presencia iluminan cualquier lugar, hasta la taquería a la que nos invitaron al Pbro. Víctor y a mí ¡Gracias!
Por cierto, ya bien noche al final del concierto-conferencia ESTOY EN DUELO llegó Judith con tortillas de harina, fue un detalle maravilloso y aún lo sigo agradeciendo, las disfrutamos en familia una a una.
Oraciones, emociones y sabores, todo se mezcla en este sorprendente Ministerio, donde gracias a Dios anécdotas no faltan.