Encuentro sincero y de gran emotividad para todos los que estuvimos ahí.
Tuve la oportunidad de compartir con hermanas y hermanos de gran corazón, gente trabajadora que se gana el sustento con sudor y esfuerzo, todos ellos comerciantes de Tacuba.
Fue un retiro muy especial, iniciamos muy temprano y se reunieron padres y padrinos de quienes harán su primera comunión y/o confirmación en la Parroquia de San Gabriel Arcángel. Aprovecho para comentarles que ahí está El Niño Dios futbolista, una figura que está adornada con los colores y camiseta de nuestra selección nacional, la cual al parecer, hicieron falta muchas cosas y no sólo encomendarse al Santo Niño Deportista.
Durante el retiro que duró nueve horas tuve la oportunidad de compartir con hermanos que viven una realidad difícil, dura y hasta incierta, la problemática en la que se encuentran inmersos puede llegar a ser a veces poco esperanzadora.
Para muchos de los asistentes este encuentro fue el primer contacto formal con la Iglesia, ya que para algunos de ellos viven una fe “pasiva”, tal vez sin compromiso alguno y esto es debido a sus ocupaciones y preocupaciones que les han llevado a confiar en sus propias fuerzas, en su voluntad y para ser sincero, la confianza en el amor a Dios es algo “esotérico”, a veces así lo perciben.
En este encuentro vivimos nuestras emociones, sentimientos y reflexionamos desde una profundidad espiritual cada etapa de nuestra existencia así como la manera en la que hemos llegado hasta este momento presente.
Descubrimos las carencias afectivas, espirituales y de comunicación, nos llevamos herramientas y momentos de encuentro muy interesantes, ahora a perseverar en el amor y en camino del amor.
Agradezco enormemente a la comunidad y a los seminaristas que me invitaron, gracias hermano Jorge y Javier por confiar en un servidor para compartir este retiro del Grupo de Catequesis de Pastoral del Comercio Tacuba, también mi sincero agradecimiento al Pbro. Rafael Pérez Rojas.
“¡Qué agradable y delicioso es que los hermanos vivan unidos!”
Salmo 133 (132)