Conchita es una mujer viuda de 78 años vive sola en la Ciudad de México, sus hijos se olvidaron desde hace muchos años de ella, así que no le queda más que seguir adelante con su vida ¡Qué difícil es para Conchita hacer las cosas que para nosotros son triviales! Por ejemplo, retirar dinero de un cajero automático.
Hoy también se ha levantado temprano y por tercera vez irá a probar suerte, el gobierno no le ha depositado y eso le preocupa, pues ya no queda nada en la despensa.
Le da miedo esa máquina del banco porque cada vez es más complicado retirar unos cuántos pesos, claves que no recuerda, nombres y hasta poner los números de su retiro, piensa: - ¿Por qué cada vez hacen más pequeñas las instrucciones? - .
Por fin tuvo suerte, depositaron y podrá ir al mercado de la colonia, porque ir al supermercado implica pagar transporte y prefiere comprar una bolsa más de arroz.
Conchita, va con un pequeño carrito y observa que todos la miran de forma muy extraña, como si fuera un delito su presencia. Y es que estamos en la fase 3 de la alerta sanitaria, restringiendo salir de sus casas a las personas mayores, pero ¿quién conoce su historia? A veces las personas juzgan, solo ella sabe que no cuenta con nadie quien la pueda ayudar.
Hará algunas compras, tratará de ajustarse al poco presupuesto, pero no pasará hambre como hace dos días, tendrá que prepararse la comida ella misma y a veces las fuerzas ya no le dan, llega tan cansada que cocinar se convierte en un esfuerzo enorme.
Conchita escucha una estación en amplitud modulada en su viejo radio, la televisión se le descompuso hace algunos años y después de comer se quedará dormida, olvidando así por unas horas la soledad en la que vive. Se despertará para arreglar un poco la cocina y rezar su rosario.
Conchita no podrá ir a misa, tampoco tiene un teléfono celular para poderla ver desde ahí, no conoce lo que es el internet, para ella es difícil enterarse de lo que acontece en el mundo.
Repentinamente siente algunos síntomas, piensa que tal vez se está enfermando de gripa, le duele todo el cuerpo, se tomará un té y le pondrá unas gotas de limón.
Esa noche le pide a Dios que no tenga esa enfermedad.