Limpiar nuestra alma

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Una persona que se conforma con muy poco está libre de codicia y de ira. El arte de eliminar las cosas innecesarias y dejar lo esencial nos resulta a veces una tarea tan complicada. Nuestra actualidad no exalta la autenticidad, que es la capacidad de encontrar belleza, incluso en las cosas sencillas y, dicho sea de paso, esto nos aseguraría una existencia plena y feliz, algo en lo que deberíamos trabajar todos los días. Mirar hacia adentro y dejar de juzgar, vivir despiertos dejando de mirar al lado, cada momento es una oportunidad única que tenemos para aprender de las pequeñas cosas, eso que damos por sentado y que en ocasiones pasa desapercibido. Estoy sugiriendo esos pequeños milagros que nos permiten amar la vida, valorarla y disfrutarla.

Muy diferente a lo que estamos acostumbrados, más bien vamos acumulando, guardando y previniendo, siempre con la justificación: para cuando se ofrezca. Y es así que nuestra vida se convierte en una gran bodega, donde guardamos recuerdos dolorosos, culpas, arrepentimientos, indecisiones, viviendo en el pasado o más bien acumulamos el pasado y descuidamos nuestro presente. Nos hemos encadenado por nuestras propias decisiones, por estar postergando la vida y estar esperando siempre “algo mejor”, derrochando vida y a veces ignorando los aspectos que le dan sentido a nuestra existencia, eso sí, almacenando. Busquemos esa libertad, esa sacudida de abandono de las cosas y sentimientos que nos “anclan”. Es tiempo de soltar, de despertar en libertad. Vivir ligeros. 

“No serás vengativo ni guardarás rencor a tu propia gente. Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Levítico 19, 18

¿Ahora nos queda más claro eso de no guardar? El mensaje de Jesucristo es claro y contundente, su proyecto debe permear nuestra vida y comunidades, debemos adherirnos y comprender la importancia de limpiar nuestra alma. Siendo sinceros aun debemos trabajar con seriedad y esmero nuestra envidia, la mala costumbre de compararnos con los demás, el querer alcanzar ese pedestal reservado a los que destacan y querernos instalar ahí; es momento de hacer a un lado los rencores y comenzar a dar los primeros pasos para alcanzar esa libertad tan ansiada. A este mundo no hemos venido a competir, más bien estamos aquí para servir con los dones y talentos individuales, estoy seguro que quien comprenda esto comenzará a navegar en su vida con la fuerza y rumbo del viento o con “el viento a favor”.

Libres para aceptar el amor más grande que puede ser revelado, me refiero al amor generoso de Dios. Nuestra condición humana debe ser moldeada, dejar todo lo que nos impide movernos y descansar en la seguridad del Espíritu y confiando en nuestro Padre, ya es tiempo de avanzar ligeros por esta vida. La humanización de Dios en nuestra propia persona y en nuestra historia.

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