Luz Perpetua

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Con profunda tristeza y sin perder la esperanza en la humanidad, quiero compartir mi dolor al enterarme de una noticia que no deja a nadie indiferente: una niña de 7 años quien vestía uniforme, pants azul con franjas blancas y amarillas, fue encontrada torturada y desnuda en una bolsa, su nombre Fátima. Muy lejos de querer hacer política, ya que están involucradas algunas instituciones, quiero abordar el tema desde la perspectiva de un padre de familia, que tan sólo imaginar lo sucedido las fuerzas se debilitan y surgen todas las interrogantes ¿Por qué tanto odio contra una niña? ¿Quién tuvo el corazón de hacerlo? ¿Qué terror vivió la pequeña?

En fin, no acabaría con tantas inquietudes que me hielan el corazón y sin pretenderlo me nublan la razón, pero como expliqué al inicio de esta aportación, quiero ver estos lamentables acontecimientos con esperanza y me cuesta mucho, de verdad no puedo sentir esa luz, discúlpenme. Lo que sí puedo hacer, es elevar mi sincera oración por el alma de una niña inocente, una vida que fue arrebatada sin motivo, porque la violencia jamás justifica ninguna razón.

Orar por el eterno descanso de una pequeña que a esa edad lo único que entendía era la fantasía y el amor, sin importar la forma y condición de su vida ¡Era una niña por Dios! Como padre de familia me duele y una vez más me disculpo, pero es que la falta de bondad de algunas personas nos ha llevado a este momento de la humanidad donde la vida carece de valor y respeto. Las notas hablan de un secuestro, de falta de salud mental de los padres de Fátima, tal vez relación con el crimen organizado, en fin, toda una historia mediática donde el resultado es una niña desmembrada en una bolsa. ¿Dónde está el corazón de la humanidad?

“¿A caso olvida una madre a su niño de pecho y deja de querer al hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré” Isaías 49,15

Tal vez el corazón de la humanidad se pierda, pero el corazón de Dios jamás se extraviará y cuánto bien hace leer este mensaje. Sabernos amados de esa manera incondicional cambia al más duro de corazón, si lo supieran tantas personas, probablemente entenderíamos el infinito amor de Dios que tiene para todos y cuando digo todos, nos incluye a todos. Fátima, yo tampoco te olvidaré, aun con tantas preguntas y dudas acerca de lo que te sucedió, en esta columna quedará tu recuerdo, el de todas las niñas que, como tú, deberían jugar y reír y jamás experimentar el dolor que viviste. Oramos por ti, te recordamos y te hacemos un sencillo homenaje con profunda tristeza. Que luzca para ti la luz perpetua.

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