Mueren inocentes

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La noticia en México nos ha conmocionado, asesinaron a una familia donde la mayoría eran niños. No hay razón alguna, no habrá justificación, es incomprensible tratar de entender los motivos por los que les arrebataron la vida a niños inocentes.

¿Qué debe haber en el corazón de quienes hicieron tal acto de horror? Estamos consternados por la violencia que se ha desatado en todos los rincones de nuestro país; las causas pueden ser innumerables, pero de algo sí podemos estar seguros, que el origen de la violencia siempre será la maldad. Tres mujeres y 14 niños fueron emboscados por un grupo armado cuando se trasladaban cerca del límite de los estados mexicanos de Sonora y Chihuahua, en el norte del país, este 4 de noviembre. Todos los días mueren inocentes y el dolor y sufrimiento de esas familias no encuentran sosiego.

¿Nos estamos volviendo inmunes a la muerte de infantes? ¿Estamos viviendo en la más absoluta apatía frente a estos hechos abominables? En este espacio expreso mi tristeza y mi profunda angustia por estos acontecimientos donde puedo ver que no existe la misericordia en el alma de quienes perpetraron estos asesinatos. Eran niñas y niños a quienes les quitaron la vida, pequeños que no conocían el conflicto, tan sólo estaban viajando con sus padres, su pecado fue haber estado en el bando equivocado. La familia atacada pertenece a una rama separada de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones), y se establecieron en las primeras décadas del siglo XX en la Colonia LeBarón, en Chihuahua.

Conversando con un amigo que vive en Sonora me explicaba que estamos viviendo tiempos en los que nos hemos alejado del amor y del temor de Dios, nada más claro como lo que aconteció en ese lugar y a esa familia. Lejos de todo amor al prójimo, alejados del respeto a la vida en todas sus formas, ignorando las máximas del amor. Y es muy probable que en la conciencia de quienes cometieron este acto, no haya ni siquiera arrepentimiento, porque sus dioses como el dinero, la droga y el poder les impiden ver lo bueno y bondadoso que tiene el amor de Dios para todos. Que esta sangre derramada nos recuerde que hay seres humanos insensibles al dolor y que estas almas sin luz, tuvieron en sus manos el poder y la frialdad de acabar con la vida de niños inocentes.

Desolación y muchas preguntas acerca de esos corazones inhumanos ¿tenían qué hacerlo así? Es tiempo de creer con fe, de no dejarnos abatir por lo duro que pueda parecer, no caigamos en el engaño de quien siempre miente y nos susurra al oído que la batalla está perdida. Mientras tengamos nuestra pequeña fe confiemos que la tristeza más grande será consolada y las heridas serán sanadas. 

“El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes”. Deuteronomio 31:8

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