Escribo en el avión rumbo a la Ciudad de México, acabamos de despegar del aeropuerto de Campeche, continúo con la emoción en la piel, todavía con tantos recuerdos del evento al que fui invitado y al que agradezco sinceramente esta distinción.
No estoy cansado, estoy agotado, pero contento y agradecido, porque lo vivido no es más que la Voluntad de Dios en este Ministerio.
Tuve la oportunidad de compartir con la comunidad de Champotón en el Segundo Encuentro Matrimonial del Grupo Apostólico Dinámica Matrimonial, desde muy temprano se dieron cita los matrimonios y familias en la “Arena 500”.
Entre las ponencias, prédicas, actividades y especialmente la Hora Santa nos trajo regalos espirituales que recordaremos para toda la eternidad. Fue una pareja Guadalupe y Juan Manuel quienes renovaron sus votos frente a Jesús Sacramentado, celebraban 52 años de matrimonio.
Oración, lazo y anillos que adquieren un profundo simbolismo frente al Santísimo. Nos emocionamos hasta las lágrimas, un acto que nos conmovió hasta lo más profundo de nuestra alma.
En este encuentro tuve también tuve la oportunidad de conocer e intercambiar diálogo con el Pbro. Francisco quien amablemente me recibió en su comunidad ¡Gracias!
Durante mi prédica y canto abordé algunos temas relacionados a las parejas como la comunicación, la comprensión, el perdón, la reparación y por supuesto el amor.
De todo lo acontecido, que fue mucho por cierto. Recuerdo el testimonio de un hermano quien ha vivido al borde del peligro, estuvo en contacto directo con las miserias humanas y reconociendo que pocas veces buscó a Dios, su conversión fue por un accidente el cual lo hizo valorar su vida, su familia y especialmente fue el impulso para perseverar en su fe.
Así es el amor de Dios, donde parece que sólo puede haber maldad, sobre abunda la Gracia.
Con todo el agotamiento que experimento, decido escribir en mi libreta de viaje para confirmar una vez más que cuando más cansados nos encontramos y si ese esfuerzo es para Dios, entonces surgen nuevas fuerzas, pasa algo que no puedo describir, pero el acto de escribir adquiere esa fortaleza que sólo Dios da a los cansados.