Una oportunidad

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Decía san Agustín que Dios permite el mal porque de éste sabe obtener un bien mayor. Que si del peor mal que existe, que es la muerte de Su Hijo en la cruz, nos obtuvo la salvación, cuánto más de otros males sabrá obtenernos abundantes bienes.
 
Es cierto, pero no se puede negar que mientras estamos padeciendo, cuesta muchísimo trabajo imaginar que podamos beneficiarnos de ello. Por ejemplo con relación a lo que estamos sufriendo con esta pandemia de coronavirus. No parece que algo bueno pueda salir de esto, pero puede darnos oportunidad para madurar en nuestra vida espiritual.
 
1. Oportunidad para examinar nuestra fe
 
Es fácil creer en Dios cuando todo va bien, cuando nos concede lo que le pedimos, pero ¿qué pasa si nos permite sufrir?, ¿si le rogamos y suplicamos que alguien se cure, y lo deja morir?, ¿si nos quedamos sin la única fuente de ingresos de nuestra familia?, ¿si de golpe nos desgarra el alma la ausencia de seres queridos y nos angustia la necesidad económica? ¿Mantenemos nuestra fe o nos sentimos abandonados por Dios y tentados a enojarnos y alejarnos de Él? Semejante crisis nos da la oportunidad de examinar si nuestra fe en Dios sólo se mantiene si nos da cuanto queremos, o si nos atrevemos a confiar en Él pase lo que pase. Es una oportunidad para reconocer que no podemos pretender entender Sus designios, que sólo podemos aferrarnos a la seguridad de que como nos ama, todo lo permite por algo y nos ayudará a superarlo.
 
Decía san Francisco de Sales: “El Dios Eterno, en Su sabiduría, ha previsto desde la eternidad la cruz que ahora te presenta como un regalo de lo más íntimo de Su corazón. Esta cruz que ahora te envía, Él la ha considerado con ojos que todo lo saben, la ha considerado con Su mente divina, la ha probado con Su sabia justicia, la ha entibiado con Sus brazos amorosos, y la ha sopesado con Sus propias manos para ver que no sea ni un centímetro más larga ni un gramo más pesada para ti. La ha bendecido con Su Santo Nombre, ungido con Su gracia, perfumado con Su consolación; ha puesto por último Su mirada en ti y tu valentía, y entonces te la ha enviado desde el Cielo, un saludo especial de Dios para ti, un don del amor misericordioso de Dios.”
 
¿Sabemos ver así nuestra cruz? Y ¿cómo la recibimos?, ¿de malas, con resignación, con gratitud?
 
Aprovechar la oportunidad para examinar nuestra fe, durante esta pandemia incluye también preguntarnos honestamente: ¿cómo reaccionamos ante el cierre de las iglesias? ¿Nos dio gusto no tener que ir a Misa el domingo? ¿Ni cuenta nos dimos porque de todos modos nunca asistimos?, ¿o nos dolió en el alma vernos privados de encontrarnos con Jesús y extrañamos recibir Su abrazo de perdón, añoramos escuchar Su Palabra, y sentimos hambre y de sed de recibir Su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía?
 
2. Oportunidad para examinar nuestra esperanza
 
¿En qué o en quién la hemos puesto? Si teníamos nuestra esperanza puesta en alguien y falleció, si esperábamos que algo con lo que contábamos sería duradero y lo perdimos, nos sentimos devastados. Pero también tenemos la oportunidad de comprender que la única esperanza cierta es la que ponemos en Dios y en Sus promesas. Y que ni la enfermedad, ni la muerte ni tragedia alguna puede separarnos de Su amor, y que aún lo más doloroso tiene sentido, aun la muerte no es un final, sino un umbral hacia la eternidad, donde nos aguarda la verdadera felicidad.
 
3. Oportunidad de examinar nuestra caridad
 
¿Cómo estamos viviendo nuestra relación con aquellos con los que nos vemos obligados a convivir?, ¿estamos dispuestos a escuchar, comprender, perdonar, ayudar?
¿vemos a otros seres humanos como potenciales contagiadores o como hermanos? ¿Cómo reaccionamos cuando nuestra caridad se ve duramente puesta a prueba? ¿Somos capaces de dar de lo que necesitamos?, ¿compramos de más?, ¿compartimos lo que tenemos, pensamos en los demás?
 
Es curioso pero las mismas circunstancias pueden producir resultados completamente opuestos. Una crisis puede sacar lo mejor o lo peor del ser humano.
 
Pidamos a Dios que nos sostenga con Su gracia y nos ayude a superar no sólo esta dolorosa prueba, sino toda dificultad, fortalecidos en nuestra fe, esperanza y caridad.

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