Las palabras de Jesucristo tienen una fuerza impresionante y única.
Ya sean los discípulos, o la gente, todos reconocen que Jesús tiene la capacidad de regalar una palabra que instruye, que ilumina y que al mismo tiempo es una fuerza que cura.
Las palabras de Él dan vida, esperanza y consuelo, basta con leer cualquier fragmento del Nuevo Testamento para reconocer que el amor y misericordia del Hombre-Dios tienen el poder de cambiar vidas, devolver aliento y recobrar las fuerzas perdidas.
Las palabras de Jesús liberan del mal en sus múltiples formas. Este regalo de la palabra y de la fuerza es para todos, se trata de un regalo para recobrar la buena vida, según la intención de Dios, es ofrecer sin excepciones, sin discriminaciones. Jesús le llama el Reino de Dios o el Reino de los cielos, para el más allá, sino que vale aquí y ahora, en la medida en que aquí y ahora quien se confía a Cristo, se abre a su palabra y a su fuerza.
Una palabra tuya bastará para sanarme, transformarme y devolver el rumbo a mi existencia, la esperanza y el ánimo, para continuar con la vida que si bien es cierto tiene aspectos hermosos no deja de mostrarnos su poder aniquilador.
Las palabras de Jesucristo devuelven la armonía y el equilibrio, nos permiten confiar y regresar al punto de partida donde no existe confusión, sin lugar a dudas, es el amor y fuente que origina nuestra tranquilidad aún en la tempestad.
Si conociéramos la fuerza de sus palabras no dudaríamos jamás en recordarlas, leerlas y llevarlas en nuestro corazón, son palabras que lejos de prometer restablecen la seguridad, dan rumbo correcto a nuestras acciones y nos hace nuevas personas.
En la alegría, la palabra. En el dolor, la palabra. En la noche, la palabra y en el día la palabra que ilumina más que el sol.
Jesucristo, una palabra tuya bastará para sanar mi alma.
Nos encontramos la próxima semana.