He decidido y por convicción dejar de vivir sin miedo.
Lo pensé y reflexioné después de todos los acontecimientos a los que mis emociones, sentimientos y poca fe se han expuesto. Desastres naturales, sismos, huracanes, socavones, asaltos, secuestros, asesinatos y para ser honesto también miedo a las enfermedades.
Muchas personas como yo, hemos llegado a un nivel de psicosis tan alto que los medios de comunicación solo potencian y confirman esta postura de miedo irracional con suficientes “razones”.
Debo reconocer que este estado de miedo es cansado y crea un estrés adicional al de la vida diaria. Es muy probable que haya llegado a conocer el límite de mi miedo y angustia, tal vez estoy “tocando fondo” en esta ansiedad por el simple hecho de vivir.
Cuando soy débil es cuando más expuesto estoy al amor de Dios, surge en esos momentos una confianza única, es la seguridad que solo puede experimentarse cuando se ha perdido todo, hasta el miedo a seguir viviendo.
Cuando se ha perdido la confianza encontramos la posibilidad de acercarnos a esa fuente de amor que nos ofrece la seguridad del amor incondicional. Es casi una necesidad sentir que el mensaje y la palabra del eterno se hacen presentes y existentes en el momento en que todo nos causa miedo e inseguridad.
Así que por decisión personal y en este mundo incierto y peligroso he decidido dejar de vivir con miedo. Me encuentro frente a un propósito y sentido de vida, es la más hermosa realidad cubierta de fe.
Ya no más oscuridad, el miedo al futuro y ante lo grave de esta situación me decido a creer en Dios y vivir sin miedo.
Nos encontramos la próxima semana en este espacio de reflexión.