Suceso revelador

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colibrí

Sucedió en un retiro en la Ciudad de México, fue en la Hora Santa, estábamos culminado el retiro para padres y padrinos de Confirmación y en un momento determinado nos acercamos al Altar, donde se encontraba Jesús Sacramentado.

La oración fue sin duda hermosa y es que nos estábamos gozando de la presencia sutil de Nuestro Señor, cuando de pronto un colibrí, sí, así como lo estás leyendo, un diminuto colibrí comenzó a revolotear sobre el altar, se posó frente a la Sagrada eucaristía, giraba alrededor de las velas encendidas, aquello fue maravilloso y revelador.

Además de la hora atípica para estos pájaros, eran pasadas las 8:30 de la noche, realmente no había una razón para que aquel pajarito estuviera en ese lugar con tanto ánimo y con enormes ganas de participar en aquel acto donde la oración, reflexión y reconciliación eran la esencia de nuestro encuentro.

Fue en ese momento donde reflexioné lo siguiente y quiero compartirlo con ustedes amigos lectores: Dios, el creador de cielo y tierra se queda en ese pequeño pedazo de pan ázimo, sin levadura, sin pretensión alguna, de la misma forma en que ese pequeño pajarito lo hizo, de la misma manera en que el Espíritu de Dios se posaría en nuestras vidas.

Creo que así es el Espíritu Santo, sencillo, pequeño y sin aspirar a ninguna grandeza, como aquel colibrí, tal vez la enseñanza que nos estaba dando era: Sean criaturas, pequeñitas.

Fue revelador este suceso en mi vida, realmente no tiene ninguna explicación, ni quisiera que la tuviera. Este hecho me inspiró a escribir esta reflexión como una alegoría del Espíritu Santo, una forma de darnos cuenta que la grandeza está en las pequeñas cosas.

Quiero comentarles que el colibrí estuvo con nosotros aproximadamente veinte minutos, creo que también es algo raro en esa especie, lo más que he podido ver a un colibrí en un campo con flores son sólo unos segundos. Ahí no había flores, pero estaba la presencia de Nuestro Señor y estoy seguro que aquel animalito también se gozó.

Agradezco a Dios las muestras y señales de su amor, siempre está con nosotros, entre nosotros y aquel día que jamás olvidaré me permitió conocer su Santo Espíritu de una forma excepcional y sencilla por medio de un colibrí.

Comentarios (1)

Yo quiero comentar que efectivamente fue una enseñanza de nuestro señor Jesucristo que en ese momento se hizo presente atravesó de ese pajarito para decirnos al oído que somos sus hijos los más pequeños y que nos ama sin distinción y que nos regala tanto la naturaleza animal como vegetal que en ovaciones podemos ver y tocar demoras gracias a Dios por todo lo que nos da

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