La vida nunca será suficiente

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La vida nunca será suficiente para estar con todas las personas que quieres, para disfrutar en familia, nunca serán suficientes los amaneceres ni las lunas. Nunca tendremos el tiempo suficiente para leer los libros que dejamos para después, que aquello que un día pensamos escribir tampoco será posible; reunirse con aquel viejo amigo y visitar a ese familiar lejano, regresar a esos lugares donde fuimos muy felices, nunca tendremos el tiempo suficiente para viajar.

La temporalidad de la vida nos recuerda que lo que no pudimos hacer en su momento, jamás lo podremos realizar, con tristeza digo: -Jamás.

Muchas veces los recuerdos son lo único que tenemos, porque la vida pasa tan deprisa que en nada se va, ya lo han dicho muchas generaciones antes que nosotros, las cuales reconocieron que su tiempo aquí nunca fue suficiente.

Es una pena no acabar lo que un día se inició con la esperanza de terminarlo, aunque a veces pienso que es sólo justificación, para estar y permanecer un poco más de tiempo en este lugar, donde las alegrías y las tragedias se unen, donde la vida y la muerte conviven, donde el amor y el odio se toman de la mano, realmente es una pena no hacer todo lo que un día nos imaginamos podríamos realizar.

Nos iremos pensando que nunca fue suficiente, pero nos queda la seguridad de que lo intentamos ¿De verdad? Nos queda la certeza de que vivimos con intensidad cada momento ¿Será? Aunque la vida se vaya lentamente de nuestras manos y nos recuerda que sólo es un momento, podemos afirmar que vivimos ¿Tal vez? Como quisimos hacerlo ¿Seguro?

Si las dudas te invaden y piensas que no has vivido con la seguridad de haberlo hecho, tal vez sea momento de comenzar, porque nunca diremos que la vida fue suficiente para hacer algo y es que eso depende mucho de la dedicación con la que vivimos, depende de la atención que le damos a cada momento y que la mejor forma de vivir es conocida por muchos, se trata de aceptar todo y cuando digo todo, es todo lo que la vida nos permitirá sentir.

“Vino a los suyos, pero los suyos no la recibieron. A cuantos la recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les dio capacidad para ser hijos de Dios”. Juan 1,11-12

Las palabras nunca serán suficientes para expresarlo todo.

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