Pasión por las armas

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Hay gustos para todos, estamos quienes anhelamos con todo nuestro ser la paz y armonía de la humanidad y también quienes sienten una gran excitación por las armas.

Fue en un taxi donde el conductor me compartió en ese tipo de diálogos que suceden de un trayecto a otro.

Le pregunté: ¿Cuánto tiempo lleva como taxista? Me respondió que aproximadamente dos años.

Me pareció poco tiempo, así que la siguiente pregunta fue: ¿A qué se dedicaba antes? Su respuesta fue: Custodio de valores.

Desde ese momento la conversación giró al manejo de armas, tácticas para evitar robos, protocolos para retirar dinero de los cajeros automáticos, en fin,  todo tenía que ver con manejo y uso de armas.

Sinceramente el taxista gozaba hablar de su actividad pasada, me compartió que en muchas ocasiones llegó a “cortar cartucho” a punto de disparar. También me hablo de algunos secretos “profesionales” que  no revelaré en este espacio espiritual.

Lo que sí compartiré es que por causa de un “accidente” en el que según él no puso en riesgo la vida de nadie, lo dieron de baja. Allá su conciencia, pero de lo que sí estoy seguro es que la forma en la que me contaba su actividad pasada le apasionaba seriamente.

Habíamos llegado a mi destino y tuvimos que interrumpir nuestra “sesión” improvisada. Ya no me dio tiempo de decirle que estoy a favor de la paz y del amor fraterno, que las armas siempre traen tragedia y que fueron creadas solo para causar dolor y muerte.

Mi posición frente a su “pasión” se encuentra en el polo opuesto, siempre he creído que violencia trae violencia.

“Les doy un mandamiento nuevo: Ámense los unos a los otros. Como yo los he amado”. Juan 13, 34

Qué lejos estamos como sociedad del mensaje amoroso, aún nos falta evolucionar en el nuevo mandamiento y todavía debemos esforzarnos más para comprender el amor entre nosotros, el amor de Dios en la humanidad.